En el pedregal de San Ángel, una casa con arquitectura realmente potente; muy mexicana, con mucha personalidad y con espacios magníficos para colocar piezas de arte de gran formato, 7 mil metros cuadrados de cantera que forran los pisos, muros y plafones de aquella residencia aún en proceso de construcción; en cada mirada que damos hacia la propiedad, encontramos emociones fuertes, calidad de obra y un detalle sin precedente que armoniza una arquitectura protagónica y fuerte con un diseño elegante y sutil que imprime Elena en cada uno des sus proyectos.
“Trato todo el tiempo de no sobre diseñar, creo que entre menos elementos tenga la arquitectura se logra mejor el objetivo”. – Antonio Farré
“Yo decoro y voy pensando muy bien cada espacio y cómo éste lo va a vivir el cliente final. Hay que conocer la arquitectura de Farré para entenderla y proponer objetos y piezas de mobiliario que la harán ver todavía más bella de lo que ya es”, menciona la diseñadora de interiores, Elena talavera, quien es una de las más reconocidas en la industria, pues con más de 25 años de trayectoria y cerca de 300 proyectos realizados, ha trabajado con los arquitectos más importantes del país.
Sobre un espejo de agua, en una de las salas, se ha colocado una espectacular escultura del artista italiano Lorenzo Quinn, Muros de piel, puertas y pisos de madera le dan el toque calido a la residencia.
Antonio Farré propone una arquitectura de muros anchos, techos altos y volúmenes geométricos, que en conjunto poseen fuerza y estilo. Le gusta filtrar la luz a través de pergolados en las terrazas e inunda los interiores de iluminación con grandes ventanales; podría decirse que su arquitectura es luminosa y muy confortable, a pesar de hacer residencias enormes.
“Me gusta que las casas que hago sean cálidas, que se vivan con tranquilidad y facilidad, pero también que sean muy seguras, por ello diseño celosías de acero muy artísticas que funcionan para aislar a la familia de alguna situación de peligro. En el despacho nos hemos especializado en crear casas seguras, es parte de nuestro compromiso con nuestros clientes y nos buscan además de por el estilo de nuestra arquitectura porque damos este servicio para mantener la tranquilidad de hogar”, nos comenta el arquitecto Antonio.
En la residencia se privilegió el uso de mobiliario proveniente de Italia de las firmas Baxter, B&B Italia, etc, pero en el estudio luce un escritorio y sillas de formas caprichosas, creados por la firma Bentley (misma firma de los superautos).
Ha creado un común denominador donde sus fachadas interiores son vistosas y francas, en donde se nota el uso de materiales naturales para crear esta atmosfera de casa atemporal, que puede distinguirse por su calidad y máximo detalle en construcción.
“Me gusta hacer mancuerna con el arquitecto Farré, sabe lo que quiere y respeta mucho el trabajo del diseñador de interiores”, Elena Talavera.
La arquitectura de Antonio Farré es clásica y busca el mayor confort para sus clientes, diseña pensando que menos, es más. Todos los espacios se integran perfectamente con el mobiliario propuesto por Elena Talavera, así que al abrir las puertas de cristal de piso a techo se logran terrazas enormes.
En esta residencia, el cliente fundamental para lograr espacios espectaculares.
“Un arquitecto realmente empieza a los 50. Es cuando ya viste que funciona y con qué te sientes bien. Te exiges más. Estaba muy orgulloso de las cosas que hacía a los 20, a los 30 y a los 40, pero es a los 50 donde todo empieza”. – Antonio Farré
“Siempre digo que tu casa eres tu, por ello trato de encajar perfecto mi propuesta de diseño con la personalidad de mis clientes. Mi trabajo es comprender sus necesidades y lograr que se apropien de mi propuesta, y que mi diseño lo hagan suyo”, Elena Talavera
La carpintería es un proceso muy cuidadoso, en el que manos artesanas crean a la perfección mobiliario fijo de la más alta calidad. En la biblioteca la sala, la mesa y las sillas son de la firma Baxter.
Arquitectura de Antonio Farré
Diseño interior de Elena Talavera
Fotos de Aldo C. Gracia
Por David Solís