Maestro consagrado

[su_dropcap size=”5″]S[/su_dropcap]obreviviente de la Generación de la Ruptura. Manuel Felguérez, próximo a cumplir 90 años, más de 60 creando arte.

“Me gustaría conocer a Manuel Felguérez”, le dije a Esteban Chapital cuando recorríamos su espectacular galería de arte dentro de la Hacienda Munive, en Puebla, donde Esteban resguarda una gran cantidad de piezas de artistas mexicanos, como Francisco Toledo, Alejandro Colunga, Juan Soriano, Vicente Rojo, Sebastián, Rodolfo Morales, Sergio Hernández, Alejandro Santiago y, por supuesto, de Felguérez. Frente a una pieza de 1977, de su época geométrica, Esteban me recordó de la trascendencia del maestro, pues representa uno de los artistas más importantes de la Generación de la  Ruptura y también me dijo que no recibía fácilmente en su estudio, aún así me ofreció hablar con él, para con el pretexto de entrevistarlo, tener la oportunidad de conocerlo y encargarle unas pequeñas esculturas para premiar los Iconos del Diseño de ese año.

Esteban tomó el teléfono y acordó con Meche Oteyza, la esposa de Manuel, que podría visitarlo en su casa-estudio. Sólo esteban Chapital y su carisma habrían logrado lo que yo había intentado por al menos un par de meses. Armado con buena actitud y un presupuesto insípido, pero acompañado de Héctor Velasco Facio, uno de los mejores fotógrafos de arquitectura fuimos a conocer al maestro. Tocamos la puerta y él mismo Felguérez nos abrió, con tono amable nos invitó a pasar y conocer parte de su casa-estudio. Nos sentamos en su patio y comenzamos a hablar un poco de arte, evidentemente se trató de una catedra, de la cual el mejor librado fue Héctor.

Nos habló de cómo se interesó en el arte luego de un viaje a Europa cuando tenía 19 años. Conoció un continente devastado por la segunda Guerra Mundial y se dedicó a ver museos. También nos habló de su segundo viaje, esta vez a Francia para estudiar al lado de Ossip Zadkine en la Academia de la Grande Chaumiére en París, en donde también frecuentó el taller de Brancusi. Hablar con el maestro es un gran viaje en épocas, que recorre nombres de grandes artistas y corrientes ideológicas; sus experiencias al lado de Zadkine en París y de Zúñiga en México, así como su constante investigación y experimentación, lo formaron en el manejo de materiales y técnicas, no sólo en el campo de la escultura, sino en la pintura y el muralismo; y lo llevaron a encontrar su propio lenguaje. En Europa vivió durante siete años en París, donde compartió departamento con otro artista zacatecano, Pedro Coronel, lo cual le permitió estar actualizado en temas de arte.

Comenzó como escultor, y se pasó a la pintura abstracta; en una primera etapa donde todavía se podían encontrar pinceladas de arte figurativo, para los años 50 se involucró con la llamada Generación de la Ruptura, la cual rechazó la estética de la Escuela Mexicana de Pintura. “La máxima ruptura, lo más diferente a lo que antes se hacía era la abstracción, y de repente ya había cinco o seis pintores abstractos en México, una era Lilia Carrillo, Fernando García Ponce, Vicente Rojo, y yo, y de ahí fue creciendo el número de pintores”, nos comentó Manuel Felgueréz. A partir de esa época, el maestro forjó su estilo escultórico y pictórico, y los ha fusionado de manera única. En los años 60 hizo más de 40 murales en los que le dio una nueva dimensión al agregar volumen, un ejemplo extraordinario fue el “Mural de hierro” , hecho para el vestíbulo del antiguo cine Diana, en donde Felguérez rompió con la superficie plana al integrar piezas metálicas para lograr una obra que fusiona escultura y pintura.

El maestro tomó su tiempo y encendió su pipa, modificó su postura y ya nos anticipaba una historia contrastante, y es que en la década de los 70 cambió por completo su estilo, se radicalizó y paso del abstracto al geometrismo. “Eran los años 70 y aparecieron las computadoras, una verdadera revolución. Así que me pregunté qué hacer con la computadora, ¿cómo la puedo utilizar dentro del arte? Así nació la Maquina Estética, una serie de piezas con la misma geometría que estaba usando pero a través de la investigación logré tener nuevas ideas, dibujadas por la computadora con una velocidad de una nueva idea cada 11 segundos, entonces tengo almacenadas como cinco mil posibilidades de obras”, comenta Manuel Felguérez. Así que se le considera el primer artista mexicano en haber diseñado por computadora. “Después de estar muy adelantado en este tema, cerré la computadora. Pensé que si seguía, me volvería un técnico en computación, pero me puedo sistematizar y dejaría de inventar, así que con alegría me regresé al estudio a trabajar con el aguarras, con los pinceles y el óleo.”

Felguérez regresó a la lo que conocemos hoy, una pintura abstracta, potente e irrepetible. “La creación es un caos que regresa al orden. Aviento la pintura, creo un caos y después con toda precisión le doy orden, hasta que no puedo darle mayor orden, es una lucha con la materia, de quitar y poner, en donde quitas más de lo que pones y luchas contigo mismo hasta que te sale lo que estas buscando”, Nos cuenta Felguérez. La tarde se acaba y tenemos mucho por discernir, pero no podemos abandonar el estudió sin proponerle crear algunas piezas (20, muy ingenuo de nuestra parte), para premiar arquitectura y diseño. El maestro nos pasea por un salón en donde guarda esculturas, nos saboreamos y nos dice: “Mi primer deseo fue ser escultor”. En ese momento nos desdibuja la sonrisa y complementa: “Estoy en el momento que mejor estoy pintando, y me quedan pocos años de creación, y quiero dedicarlos a seguir pintando, no puedo ayudarlos”. Nos despedimos sin esculturas, pero con un par de litografías del maestro y una muy buena historia para contar que conocimos a un sobreviviente de la Generación de la Ruptura.


Por David Solís

Fotos: Héctor Velasco Facio