En el mundo del diseño, hay elementos tan presentes que pasan desapercibidos. La luz es uno de ellos. Para Yamil Slim, arquitecto de formación y experto en diseño de iluminación, la luz no es solo funcional: es estructura emocional, herramienta narrativa y precisión técnica. Su enfoque ha convertido su nombre en un referente dentro del diseño de iluminación en México.

“La mejor iluminación es la que no se ve”, afirma Slim. Y lejos de ser solo una frase bonita, representa su filosofía de trabajo: crear atmósferas pensadas para habitarse, no para exhibirse. Su método combina práctica, errores costosos, formación continua (especialmente en Milán) y una sensibilidad aguda hacia el usuario.
Slim no se limita al diseño conceptual. Su modelo de trabajo 360° incluye especificación, supervisión e instalación. Para él, un proyecto debe vivirse como fue pensado, desde el plano hasta la última capa de luz. Su enfoque técnico-artístico ha elevado los estándares de la industria, ayudando a profesionalizar el diseño de iluminación en el país.



Uno de sus proyectos más emblemáticos es Rojo Carmín, un bar en Coyoacán donde la iluminación narra una historia visual en tonos cálidos, transformando el espacio a lo largo de la noche. Aquí, la luz no adorna: estructura la experiencia.
Para Slim, la luz tiene misión sensorial. Diseñar es orquestar atmósferas, no solo colocar luminarias. Su mensaje para la nueva generación es claro: “Esto no es decoración. Es colaboración. Es entender, ajustar y ejecutar con precisión”.

Yamil Slim representa una nueva forma de entender la luz: no como complemento, sino como materia prima del diseño contemporáneo. Una luz que no grita, pero lo cambia todo.
La luz como oficio, precisión y emoción
Por David Solís
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