BERNARDO GÓMEZ-PIMIENTA

Desde muy chico le gustaron la arqueología y la historia, le interesaron todas las ruinas, mayas, griegas, romanas y egipcias. “Me encantaba ver cómo edificaban cada cultura y cómo construían, llegué de alguna manera a la arquitectura por la historia y la arqueología. Desde los 12 ya no veía otra opción que estudiar arquitectura”. En su familia había ingenieros, médicos, mineros, financieros, pero no había ningún arquitecto. Su padre tenía negocios con astilleros ingleses y terminando la preparatoria, a través de amigos consiguió un trabajo de dibujante en una constructora inglesa. Sabía dibujar planos y acabó trabajando en un edificio de Norman Foster, una oficina con 5 ó 6 pisos y en cada piso había mil dibujantes que dibujaban todo a mano.

Bernardo regresó a México y entró a trabajar con Ricardo Legorreta en lo que empezaba a estudiar. Hizo la carrera de arquitectura en la Universidad Anáhuac, después una maestría en la Universidad de Columbia en Nueva York. Cuando regresó formó su propio despacho. Tiempo después entró a dirigir la carrera de Arquitectura en la Universidad Anáhuac y en ese proceso también hizo un doctorado en La Europea de Madrid. 

Su primera obra fue un proyecto de la Alianza Francesa de Lindavista en el que concursó contra Abraham Zabludovsky y Agustín Hernández ganando el primer lugar. “Y fui el primer sorprendido de haberle ganado a dos super arquitectos con una trayectoria gigante cuando yo apenas venía llegando de la maestría”, comenta el arquitecto Bernardo Gómez-Pimienta. El dinero para financiar la obra se perdió en uno de los cracks de la bolsa en donde lo habían invertido y finalmente se construyó seis años después, pero para entonces ya habían cambiado las condiciones del reglamento de construcción y se tuvo que volver a hacer enteramente el proyecto que ya no cumplía con la reglamentación. 

No solo le gusta la arquitectura sino también el diseño. En la década de los 80, en México no había ninguna tienda de muebles y empezó a diseñar mesas y sillas con los mismos carpinteros y herreros de la obra. “No fue fácil porque con una silla normalmente acabas haciendo 5 prototipos para cambiarle el ángulo”. Aunque tomaba mucho tiempo, le empezó a gustar hacer muebles especiales para las obras. “Antes los arquitectos diseñaban todo. La única carrera creativa era arquitectura y podías realizar diseño industrial, gráfico, la ropa y claro, edificios. Me gusta diseñar las cosas que puedes tocar, un vaso, un cuchillo, una manija, una silla y normalmente no vas abrazando las columnas de los edificios”, cuenta el arquitecto. Bernardo ha diseñado infinidad de objetos además de los muebles. “En una época tuve una tienda en donde vendía las cosas que diseñaba, pero es complejo el tema, porque además de diseñador tienes que ser fabricante, banquero, vendedor y distribuidor. En otros países queda más claro qué le toca a cada uno. Algunos amigos de vez en cuando me piden vasos o algún mueble y el fabricante lo hace”.

Siempre ha estado involucrado entre la arquitectura y el diseño. En la primera Bienal de Diseño Industrial resultó ganador.  “Diseñar objetos o edificios es la misma cosa, la misma manera de pensar; en un edificio tienes que juntar 6,000 piezas y para una silla 6, pero al final es la misma manera de imaginarte cómo resolverlo. Para un vaso tienes que entender cuál es el proceso de fabricación, lo mismo que para una casa debes saber cuál el proceso constructivo”. Señala Bernardo Gómez Pimienta.

Cada proyecto tiene sus complejidades y sus condicionantes, cada solución es diferente. Todos tienen su reto, en algunos casos el terreno que es complicado, el programa, los tiempos muy cortos o el presupuesto. Cuenta Bernardo que cuando hizo la remodelación de la avenida Masaryk fueron 800 juntas entre autoridades y vecinos, “una pesadilla de trámites”. Cada proyecto tiene lo suyo, en una vivienda de interés social hay que ver cómo hacer para salir en el presupuesto que es bajísimo o si es un proyecto público más grande, la complejidad es otra.

Entre lo más grande que ha proyectado está el aeropuerto de Texcoco que no ganó, un edificio de servicios para Televisa Chapultepec que incluye una cafetería para 2,000 personas. Ha hecho como 11 ó 12 teatros, la remodelación del Teatro de los Insurgentes, la Escuela Nacional de Teatro y Masaryk que mide 3 kilómetros de largo. 

“Desde que se recibió ha impartido clases en la Universidad Iberoamericana, en la Universidad Nacional Autónoma de México, en Ecuador, Chile, Perú, Colombia, en Illinois, en Los Ángeles, Madrid, en la India, hasta que lo invitaron a dirigir la Escuela de Arquitectura en la Universidad Anáhuac puesto que ocupó durante 18 años. Organizó cuatro programas de maestría y uno de doctorado por lo que la convirtió en Facultad.

Bernardo divide su tiempo entre el trabajo, las clases y la difusión de la arquitectura mexicana para lo que fundó la editorial Arquine con un grupo de amigos “Hemos publicado 104 ejemplares de la revista. Después empezamos con la publicación de libros y hemos publicado más de 300 títulos, hacemos un congreso internacional al que vienen los grandes arquitectos con un público de 3,000 personas y un concurso internacional”.  

La biblioteca de Bernardo merece una mención especial. Está dividida en distintas secciones, por un lado, los libros de historia, en otra parte los libros antiguos, los infantiles y lógicamente el cuerpo principal lo ocupan los libros de arquitectura que son muchísimos, perfectamente catalogados y ordenados en libreros de acero negro que se iluminan por detrás. La biblioteca tiene dos niveles. Se accede al nivel superior por unos escalones de recinto y el pasillo es de vidrio, tiene cinco metros de altura y los vidrios de las ventanas son un prodigio. Puro vidrio que se sostiene de arriba y abajo con lo cual es más transparente que si tuviera una estructura. Están pegados en las juntas e incrustados en el concreto. Tiene unos cortes en los que se insertan las ventanas que dan ventilación al cuarto. Cinco empresas rechazaron su fabricación por miedo a que se les rompieran, pero Saint Gobain, fue la que finalmente aceptó el reto. El vidrio es auto-lavable, fabricado especialmente debido a su gran tamaño. Bernardo es apasionado de la lectura y del estudio al grado que dice que “si vas a una casa en donde la televisión es mayor que la biblioteca, es gente en la que no puedes confiar”.

Recientemente, remodeló la casa que fue su oficina, construida en 1967, convirtió la parte de arriba en casa y aumentó un ala en donde ahora está la biblioteca, su despacho y un pequeño loft, un programa de uso mixto. El número de arquitectos que trabajan con él varía entre 6 y 12. Diseñan y supervisan las obras, pero no las construyen. “Te tienes que dedicar a lo que haces bien y a mí lo que me gusta es diseñar”, sostiene Gómez-Pimienta.

Su estilo claramente es contemporáneo con materiales actuales. Le encanta el vidrio porque es un material muy contemporáneo con cualidades extraordinarias también, el acero, el concreto, las piedras. ‘Al final se trata de cómo usar de manera correcta cada material’. 

“El único estilo que existe es el contemporáneo, lo demás no es arquitectura, es escenografía. La arquitectura sólo puede ser contemporánea empleando materiales naturales. Los diferentes estilos de arquitectura se deben a cambios tecnológicos, sistemas constructivos que dieron soluciones particulares en un momento determinado. Cuando cambias del románico al gótico, no es porque les gustan las ventanas más grandes, es porque descubren cómo construir para tener estos arcos donde puedes tener más cantidad de cristal para que entre luz. Son los cambios tecnológicos lo que hace que el estilo se modifique. La arquitectura siempre ha ido cambiando con la tecnología del momento. Ahora no podemos construir como lo hacían en la Edad Media, porque no tenemos ni la piedra ni los conocimientos para trabajarla, la única manera es construir con los materiales actuales y la tecnología de este momento”

afirma el arquitecto Bernardo Gómez-Pimienta

En su casa el mobiliario es todo de diseño, la mayoría suyo, las sillas, sillones, mesas, vajilla vasos y hasta el tapete hecho en la India por los Odabachian. Las sillas del comedor son de Jean Nouvel. Existen cerca de 10 libros sobre la obra de Bernardo Gómez-Pimienta, unos de diseño y la mayoría sobre arquitectura. Su tesis de doctorado se convirtió en libro sobre los muebles diseñados por seis arquitectos mexicanos destacados Barragán, Agustín Hernández, Ricardo Legorreta, Teodoro González de León, Abraham Zabludovsky y Pedro Ramírez Vázquez. “Prácticamente nadie sabía que habían hecho muebles y en este libro investigué cómo los hacían, en qué circunstancias y con qué detalles. Esos muebles fueron en muchos casos estudios para desarrollar su arquitectura”.

 “Los reconocimientos son muy agradables, te suben siempre la moral”. Recibió la Legión de Honor que es la condecoración más grande que el gobierno de Francia otorga y dos de sus bisabuelos también la tuvieron siendo esto algo muy especial para él. El año pasado le dieron el gran premio del Colegio de Arquitectos por su trayectoria, es un premio que dan los colegas; le entregaron la Medalla al Mérito en Artes del Congreso; El premio Mies Van der Rohe lo recibió por el edificio de Televisa. La entrega fue en Oporto porque era la capital europea de la cultura. Los ganadores anteriores habían sido puros arquitectos de cierta edad como Alvaro Siza y Norman Foster.

Es miembro emérito de la Academia Nacional de Arquitectura, del Sistema Nacional de Creadores de Arte, Fellow Honorario del American Institute of Architects y del Royal Architectural Institute of Canada, Miembro extranjero de la Academia de Arquitectura de Francia, único arquitecto representante de Latinoamérica. En 2021, la Sociedad Académica Arts-Sciences-Lettres de Francia le otorgó su medalla de oro.

Por Corina Armella de Fernández Castelló

Retrato de Héctor Velasco Facio

Fotos cortesía de bgp arquitectura