Con raíces prehispánicas

Rodeada de abundante vegetación en el pueblo mágico, Malinalco en el Estado de México, el estudio Mauricio Ceballos x Architects concebió esta casa, en la ladera de una colina junto a la Zona Arqueológica de Malinalco, un centro ceremonial azteca que fue cuidadosamente elegido debido a su microclima único y grandes árboles.

Este hogar se diseñó con la finalidad de ser una construcción con un lenguaje contemporáneo, bajo un contexto prehispánico y con esto, lograr una íntima relación entre la arquitectura, el entorno natural en el que se desenvuelve y la cultura mexicana. El proyecto respeta por completo la vegetación existente, mientras que su solución estructural resulta en un hogar flexible, funcional y atemporal, el cual cumple con distintas necesidades sostenibles como la recolección de agua y la reducción del consumo de energía por medio de páneles solares y sensores de oscuridad.

El concepto parte de un contexto cultural prehispánico y la conexión predominante con la naturaleza, y se basa en la cosmovisión mesoamericana en donde los árboles tienen un importante significado. Con la finalidad de enfatizar lo anterior, el proyecto está dividido en tres aspectos fundamentales, en donde el primero es una base de espejos en las fachadas que dan continuidad al terreno natural y las raíces de los árboles, lo cual permite que el volumen principal de la casa dé la sensación de que el usuario flota.

El segundo volumen es en donde se desenvuelven las habitaciones, los baños, la cocina, el comedor y la sala, al buscar que sea un espacio vital distribuido en un sólo nivel en donde se lleven a cabo la mayoría de las actividades cotidianas. El tercero fue aprovechar la cubierta exterior natural formada por el follaje de los árboles para abrazar la residencia y así darle aún más privacidad y coherencia con el entorno.

El diseño de la vivienda hace referencia a conceptos de estética y geométrica, y de inspiración de la arquitectura prehispánica; motivo que luce en un elemento como en la pirámide que se reinterpreta en el espacio principal exterior, construida con bloques de madera y la piedra monolítica tallada funciona como una hoguera con la idea de representar el molcajete utilizado como mortero. Por otro lado, el programa arquitectónico se reparte en diversos pabellones a lo largo del terreno.

El espacio central exterior funciona como el vínculo entre las áreas comunes y las privadas y es en donde se encuentra un jacuzzi, la fogata, una sala y un comedor. Al este, un estudio junto con una sala de televisión, la cocina y el comedor se contraponen a dos núcleos de recámaras cada uno con dos habitaciones, como les llama el estudio, las cuales se conectan por medio de patios internos.

Al inicio del proyecto se planteó la premisa de conservar cada uno de los árboles existentes en el predio, por lo que se hizo un exhaustivo análisis y escaneo del sitio y así se distribuyeron diferentes volúmenes a su alrededor y el resultado fue el surgimiento de espacios laberínticos que cambian continuamente su percepción según la luz y la hora del día. En el interior se utilizaron materiales naturales y locales como la madera de pino y encino, piedras y los muros se hicieron con la técnica maya Chukum.

Mismos elementos que ayudaron a que la percepción de la residencia se sintiera conectada con el exterior en todo momento y se mantuviera un diálogo con la vegetación gracias a los espacios abiertos, los espejos y el vidrio como elemento divisorio. Los ambientes están diseñados para ser multifuncionales y lograr la atemporalidad de la vivienda según las necesidades cambiantes de sus usuarios con el paso del tiempo, y que los materiales seleccionados envejezcan con el ambiente y eventualmente se hagan parte de el.

Por Yarin Miranda Robles

Fotos Diego Padilla Magallanes