El viaje del tiempo y la fantasía

La historia comienza con una caja de 43 milímetros de Armor Gold® de 18 quilates, brillando como los astros que el pequeño príncipe visitó en su viaje. El azul profundo de la esfera, adornado con un acabado de rayos de sol, evoca el vasto cielo que tanto fascinaba a Saint-Exupéry, aviador y poeta. Pero lo que realmente captura la mirada es el tourbillon volante a las 6 en punto, un remolino de precisión y arte que desafía la gravedad, impulsado por el calibre 82905 de IWC.

El reloj no solo cuenta el tiempo, sino que narra una historia. En su parte trasera, visible a través del cristal de zafiro, el pequeño príncipe se erige sobre un asteroide, grabado en la masa oscilante de oro de 18 quilates. 

Es un homenaje a la aventura y la imaginación, un recordatorio de las exploraciones del príncipe. Desde 2013, IWC ha dedicado varios de sus relojes de piloto a “El Principito”, vinculando la escritura y el vuelo en una simbiosis perfecta. El Big Pilot’s Watch 43 Tourbillon “Le Petit Prince” es la culminación de esta serie, celebrando su décimo aniversario con un diseño que refleja poesía e ingeniería.

La tecnología detrás del reloj es tan impresionante como su estética. El tourbillon, que literalmente significa “torbellino”, gira constantemente, ofreciendo un espectáculo visual mientras mejora la precisión. 

El movimiento automático de alta gama cuenta con un sistema de carga Pellaton reforzado con componentes cerámicos, acumulando una reserva de energía de 80 horas.

Disponible en las boutiques de IWC y a través de sus socios minoristas autorizados, el Big Pilot’s Watch 43 Tourbillon “Le Petit Prince” también se encuentra en línea en IWC.com. Además, los afortunados propietarios de este reloj pueden inscribirse en el programa de cuidado My IWC, extendiendo la garantía limitada internacional de dos años por seis años adicionales.

Así, el Big Pilot’s Watch 43 Tourbillon “Le Petit Prince” no es solo un instrumento de tiempo, sino un portal a un mundo donde la imaginación vuela tan alto como los cielos que Saint-Exupéry una vez surcó, una fusión de arte, literatura y la más fina relojería, un homenaje a la eterna maravilla de “El Principito”.

Por David Solís

Fotos corteasía de IWC