Por amor al arte.

EXTRACTO:

TEXTO:

En el arte, la inconformidad es una actitud indispensable pues provoca cambio. La historia está colmada de personajes, quienes en un intento por transformar el mundo que los rodea han provocado cambios en hábitos y costumbres sociales profundamente arraigados y han usado el arte como medio.

Grizá “Vibración compartida”

Irma Grizá nació en Ciudad de México, inició sus primeros trazos a los 17 años, y estudió pintura y grabado en Escuela Nacional de Artes Plásticas (Academia de San Carlos) de la Universidad Nacional Autónoma de México. Después de vivir una experiencia que describe como maravillosa, no ha dejado de pintar un solo día en su vida. Nos cuenta que no tiene planeado parar.

Grizá “Cosmos” (tríptico)

Ahora, con más de 70 años de vida profesional como artista, Irma ha explorado un sinfín de técnicas que incluyen escultura, grabado y pintura, ha creado series y numerosas exposiciones que han estado expuestas en más de 40 exhibiciones individuales y decenas de muestras colectivas en diferentes galerías y museos de México, Estados Unidos y Francia.

Grizá “El filo de un reflejo”

La obra de Irma ha evolucionado a ser completamente abstracta con inspiración en la vida cotidiana y la historia de México, especialmente la revolución mexicana, acontecimiento sobre el cual tiene una gran admiración. Pero la magia detrás de cada cuadro es sin duda su pasión por pintar.

Grizá “Engranaje”

Los pinceles, la tinta en ovaciones y el óleo, su material predilecto, son solo herramientas que la ayudan a crear piezas que exploran el movimiento de la pintura con su mano creativa que sabe cómo reaccionar al lienzo y dejar plasmada su visión por medio de la abstracción y el color que, oscila entre paletas cálidas y frías, según la inspiración en un resultado que permite al espectador vivir sentimientos y emociones únicos para cada persona. 

Grizá “Intermedio”

La maestra Irma Grizá nos recibió en su casa-estudio, menuda galería, compartió anecdotas y nos mostró que es una artista que ya no experimenta, desde hace tiempo llegó a la abstracción y en ese terreno triunfa con su mente, su mano y su trazo, cada pieza es muestra inequivoca de la perfección que ha alcanzado con su arte, el cual de manera sencilla plasma sobre telas armadas con una paleta de color única que nos invita a la contemplación.

Grizá “Cal y tiempo”

Cuando vemos sus piezas, solo podemos pensar y ambicionar con tener una obra de estra gran artista. Irma Grizá, es parte de la historia de la plastica mexicana. Su eterna curiosidad, la impulsa a seguir una exploración con la cual crea con un pincel o una brocha en la mano y explorar su creatividad que no cesa de ser excepcional. Su personalidad, por otro lado, es tan cálida y cariñosa que habla de su increíble capacidad por cautivar no solo con su obra sino con sus palabras. 

“Pinto todos los días, sino me sentiría muy infeliz y me haría falta algo.” -Irma Grizá

Por Yarin Miranda Robles 

Retrato Héctor Velasco Facio 

Fotos Cortesía de Irma Grizá 

Grizá “El cuerpo”

En la cima de un cerro que hoy la ciudad lucha por alcanzar, en un lugar un tanto apartado se encuentra la casa estudio de Irma. Un lugar mágico colmado de arte que pareciera recién salido de un cuento de hadas. Con pisos y muebles de madera, con cojines y cálidos textiles sobrepuestos, muros blancos vestidos con cuadros desde la entrada al resto de los espacios y pequeños detalles y toques de color por todos lados, la casa emite una infinita inspiración, paz y calidez, todo al mismo tiempo. Al asomarte por las ventanas se alcanza a ver el bosque detrás de su otro gran amor, su jardín lleno de macetas con flores y árboles frutales, cubren la casa de aroma y vida.

Grizá “Observador celeste”

En el estudio, los pinceles y las brochas acompañan pedazos de lino con los que ella misma hace sus lienzos y láminas de vidrio en dónde la pintura hace tantas combinaciones y formas intencionales que parecieran una obra por si mismos. Y aunque el epítome de la magia está en el caballete de madera el cual sostiene los lienzos terminados o a punto de convertirse en una obra de arte, justo en el centro del estudio, rodeado de paredes forradas de arte con retratos de seres queridos de la época cuando Irma los pintaba, dibujos de su familia combinados con libreros empotrados llenos de libros de arte e historia y una serie de enciclopedias; por todas partes se respira un aire inspirador mezclado con el olor del óleo.