Rebelión en la Granja

Imprescindible y espectacular, Capalbio Barn House se inspira en el olivar en donde se sitúa. Su perfil es el arquetípico con un techo a dos aguas revestido de tejas típicas de las casas rurales y los graneros que salpican el campo de Tuscia, en Toscana y Lazio. La arquitecta Carola Vannini —afincada ahora en Roma tras una estancia en Nueva York— ha colocado dos volúmenes idénticos uno al lado del otro: uno más privado para los dormitorios y otro más abierto a la vida cotidiana con la cocina, el comedor y , sobre todo, el gran salón que se extiende al exterior bajo el cobijo de una estructura enteramente metálica y parcialmente acristalada, un conservatorio contemporá- neo que también tiene un perfil saddleback y mira hacia la piscina.

Un enfoque atento a cada detalle que, en la serena elegancia de las opciones arquitectónicas, es también toda una declaración de seguridad y un considerable pragmatismo. De hecho, la espaciali- dad interna está dotada de una marcada continuidad, concebida y definida a partir de un amplio pasaje que corta longitudinalmente los dos volúmenes y concluye en los dos extremos transparentes: por un lado, la piscina, por el otro, el verde paisaje circundante que es el telón de fondo de un ciprés simbólico.

Las habitaciones de gran altura completa se caracterizan por un techo de madera con vigas de acero expuestas, un piso continuo de tablas de roble y una sucesión de ventanas francesas correderas alineadas de tal manera que ofrecen vistas al exterior en todas direcciones.

El volumen destinado a la zona de noche alberga dos dormitorios y dos baños, revestidos con una resina coloreada que hace eco de los tonos de la naturaleza circundante. El dormitorio principal está orientado al sur, al porche que da a la piscina. La zona de día se estructura mediante tabiques con espacios y huecos para uso de cocina, comedor y amplio salón. Aquí, la chimenea acristalada imparte continuidad al espacio habitable; su estructura de acero pintado de negro vuelve en otros elementos hechos a la medida.

Una atención sartorial al detalle que, explica la arquitecta, “es la prin- cipal característica de nuestro enfoque y nos permite crear obras de arquitectura personalizadas y siempre únicas”. Tres aberturas simétricas, recortadas en un monumental muro de piedra, conducen finalmente al invernadero bioclimático: un espacio transparente que determina una desmaterialización gradual de los volúmenes.

El jardín fue diseñado para enfatizar la naturaleza poética de la naturaleza que lo rodea, con macizos de flores aparentemente espontáneos, setos y árboles típicos del Mediterráneo, que cam- bian de color con las distintas las estaciones.

Por la noche, la naturaleza cobra vida gracias a puntos de luz estratégicos, colocados para iluminar árboles y plantas desde abajo. Los caminos peatonales se convierten, gracias a las pequeñas luces empotradas al ras del suelo, en recorridos de cuento de hadas con líneas naturales y armoniosas.


Por Alfredo Marchant

Fotos Mattia Aquila.