Resonancia mecánica

Jaeger-LeCoultre rinde homenaje a los sonidos de la naturaleza y a su gran legado de relojes que repican con una colaboración inspiradora.

En los últimos 150 años, Jaeger-LeCoultre ha tenido los relojes de sonería en un lugar especial en su historia con un significado irremplazable. Desde la producción de su primera creación con repetición de minutos en 1870, la Manufactura ha desarrollado más de 200 calibres relojeros de sonería y ha dominado todas las formas de mecanismos de sonería. La constante búsqueda de la Manufactura por perfeccionar la precisión del cronometraje como la calidad del sonido ha dado lugar a patentes e innumerables innovaciones.

En el 2020, Jaeger-LeCoultre, The Sound Maker, rinde homenaje a los sonidos de la naturaleza en el Valle de Joux y a estos 150 años de impecable patrimonio. La presentación de nuevos relojes con sonería incluye The Master Grande Tradition Cal.945, que une un repetidor de minutos, una bóveda celeste y un tourbillon volador orbital, en dos versiones. Para celebrar el universo de buceo de Memovox, la Maison presenta un nuevo reloj de alarma de buceo en la gama Polaris, el Polaris Mariner Memovox y el clásico con el temporizador Master Control Memovox.

Para Jaeger-LeCoultre la presentación de un nuevo reloj, significa una búsqueda constante de nuevas alternativas para perfeccionar su manufactura, nuevas maneras de exposición que representen el arte de la alta relojería desde distintos puntos de vista. Con esta exploración, The Sound Maker es una expresión creativa de la marca a través de un guiño que caracteriza a la Maison que se ha inspirado en una obra de arte, una escultura sonora del artista, Zimoun.

La instalación original de ‘escultura sonora’ que nace de la colaboración de la Maison con el artista suizo, Zimoun, se exhibirá en todo el mundo al comenzar con su debut en China. La firma buscó expandir su universo creativo y cultural a través de esta comisión de arte, con la cual amplía el diálogo que existe entre la alta relojería y el arte. En entrevista con Zimoun, nos cuenta sobre su interés por la relojería, la inspiración para esta inigualable colaboración y su proceso creativo para lograrla.

“Jaeger-LeCoultre creó un punto de partida dentro del cual pude desarrollar y realizar un nuevo trabajo. Tuve total libertad sobre todas las decisiones estéticas, lo que es muy importante y esencial para mí.”-Zimoun.

La escultura sonora, un lago de sonido, es estéticamente minimalista, elegante y absolutamente envolvente. La obra de Zimoun, en sus palabras es reducida y cruda. De manera que funcionan como un código detrás de las cosas en lugar de simplemente crear una conexión con un ‘algo’. Así lo explica: “la obra puede idealmente, activar a los visitantes de alguna manera y permitirles hacer sus propias conexiones, asociaciones y descubrimientos en diferentes niveles individuales”, Zimoun.

La inspiración para el proyecto surgió por que el artista tiene una fascinación por la relojería de antaño, especialmente en los sistemas mecánicos increíblemente pequeños y la precisión de éstos. Al comenzar la colaboración, una visita al atelier de la Maison y apreciar las diversas etapas de producción, era un paso muy natural para alinear el proceso creativo.

La preferencia por ciertos materiales como en el mundo de la alta relojería, en el arte tiene una gran importancia. Para Zimoun, la elección de materiales se relaciona con un interés general por la simplicidad y el minimalismo. Interesado en materiales simples, crudos, poco espectaculares y puros, de lo cual recuerda lo que Dieter Rams dijo una vez, “Un buen diseño es el menor diseño posible”, continúa por explicar que su elección de materiales se relaciona fuertemente con la dinámica y el comportamiento de los materiales y sus propiedades de resonancia. Las opciones se basan en criterios visuales, hápticos, funcionales y auditivos.

Esta colaboración, la escultura en específico, creada para Jaeger-LeCoultre, la explica con lujo de detalle al comenzar su explicación en cómo se basa en pequeños motores de corriente continua, alambres doblados a mano, paneles de mdf y discos de metal muy delgados.

De esta forma, casi 2000 de estos discos metálicos se ponen en movimiento y, junto al aspecto visual, producen sonidos y ruidos por su fricción con los paneles de MDF. Todos los motores se alimentan con la misma corriente.

El engranaje y la específica forma en como está construido nos remite a la exquisitez del mecanismo de un reloj de Jaeger-LeCoultre. El organismo, lo describe Zimoun como aparentemente complejo, aunque está creado por un sistema técnico realmente muy simple. La colaboración es tan fascinante como los relojes recién presentados, la delicadeza de un objeto que utiliza el sonido como el eje principal, que remite a nada más poético que al Vallée de Joux.

Por Yarin Miranda Robles

Fotos Cortesía de Jaeger-LeCoultre