Soñar Con Los Ojos Abiertos por Pablo Dona

Son las 5:30 de la mañana en North Miami, Pablo Dona toma su tabla de paddle surf y se dirige hacia el mar.  Durante la siguiente hora verá el amanecer levantarse en el horizonte del Caribe mientras sortea las olas.  Después de una ducha se encaminará a su estudio, en donde permanecerá las siguientes quince horas trabajando minuciosamente en ensamblar las piezas que se encuentran ahí.  Pablo no tiene asistentes y trabaja solo acompañado por la música de sus audífonos.  La mayoría de las obras en curso son comisiones de clientes que desde el año pasado están esperando una pieza para su colección.  Como corresponde en Miami, una ciudad multicultural, las obras dejarán la ciudad del sol y tendrán como destino diferentes capitales del mundo; la Ciudad de México, Líbano y Nueva York.  – Lo que más me gusta – dice Pablo – es ver cómo la expresión de la gente cambia cuando están delante de mi obra -.  Hace poco un coleccionista de Wall Street hizo el peregrinaje hasta el estudio de Dona – cuando vio la primera pieza estaba serio, todavía con la expresión de un hombre duro de negocios en su cara.  Pero para cuando llegó a la tercera pieza una sonrisa se le había plantado en el rostro, como si conectara con una alegría que llevaba dentro pero que había olvidado incorporar -. 

Hay dos notas características dentro de la obra de Pablo Dona que vale la pena resaltar.  Por original sentido del humor de sus piezas (tan ausente en la estética del mundo del arte contemporáneo).  Gomas de borrar japonesas, muñequitos en miniatura y gummy bears son algunos de los muchos objetos que habitan el mundo lúdico de Dona.  En algunas piezas, aglomerados hasta formar una especie de infinito contenido (hay obras que han llegado a tener hasta treinta mil piececillas).  En otras, formando pequeños universos en donde esquiadores se deslizan en trineos de pastillas que recorren una montaña de aspirinas o bañistas celebran la alegría del verano nadando en una taza de té.  Si bien es cierto que toda la obra de Dona invita a regresar a la pureza de la infancia, hay más dentro del universo que contienen sus piezas.  A Pablo le interesa hacernos recordar nuestra propia escala y la perspectiva de lo humano dentro del gran orden de las cosas.  –  Si te pones a pensar – dice el artista – la vida de un ser humano es minúscula en comparación con la vida del planeta.  La naturaleza no está ahí para servirnos, a mi me gusta pensar siempre que somos parte de la naturaleza –  Bajo esta óptica sus esquiadores imposibles, sus obreros incansables y sus alpinistas de aspirinas nos representan a todos, representan nuestra lucha cotidiana pero también el disfrute de las cosas simples de la vida.  Es así como en la obra de Pablo Dona, aprendemos de nuevo a soñar con los ojos abiertos.

Por Octavio Aguilar G.

Foto cortesía de la marca