Una industria tan antigua como la humanidad misma

Se puede situar el origen de la manufactura textil en el paleolítico, cuando el hombre prehistórico migró del continente africano hacia el norte y utilizó las pieles que cosía con tendones y agujas hechas de los huesos de los animales que cazaba para cubrirse del tiempo más templado.

Posteriormente, ya después del año 9000 A.C. en el Neolítico, el hombre desarrolló la técnica del hilado y tejido empleando fibras vegetales, principalmente el lino en Egipto, cuya semilla, la linaza, fue inclusive utilizada como moneda debido a la enorme importancia que esta fibra representó para la sociedad.

En el descubrimiento de las tumbas de Tutankamen y de Ramsés se encontraron más de mil metros de tela de lino envolviendo el cuerpo de cada faraón junto con 27 pares de guantes y cortinas intactas después de más de 3000 años de tal calidad que aún no han podido igualarse. Más al norte, en Mesopotamia la vestimenta fue elaborada de lana pues el pastoreo fue su principal fuente de sustento y debido a la rudeza del clima.

En la Grecia antigua además del lino y la lana, se empleó el algodón y la seda traída de la lejana Catay que la produjo hace más de 5000 años y que acabó dando el nombre a las rutas comerciales más importantes del siglo XIII y XIV. En Roma, la vestimenta más famosa fue la toga que consistía en una larga tela de alrededor de 6 metros de longitud que se portaba enrollada alrededor del cuerpo. Era un inmenso y pesado chal, siempre de lana y siempre en color blanco, que daba trabajo al gremio más próspero de las ciudades romanas, es decir, el gremio de los lavanderos de togas, que las blanqueaban con orines y otros productos repelentes. 

En América, los textiles pre-hispánicos peruanos datan del año 8 mil AC y fueron elaborados de junco y agave para cubrir primero las viviendas de estos pre-incas cazadores y recolectores. Pero es hasta el año 3000 AC cuando empiezan a utilizar también el algodón pero principalmente el pelo de los camélidos recién domesticados como la llama y la alpaca.

La primera gran revolución de los textiles se dio con la aparición del telar hacia el año 2000 AC la elaboración de telas dejó de ser manual y se convirtió en una industria en todas las culturas.

El mundo tuvo que esperar casi 20 siglos para presenciar la segunda gran revolución del hilado y del tejido. Fue en 1830 que Walter Hunt ideó la doble puntada en la que dos hilos se entrelazan formando una puntada. Sin quererlo, su invento iba a convertirse en la base de todas las máquinas de coser posteriores. Más tarde, en 1851, Isaac Singer incorporó a su máquina de coser una lanzadera rotativa que mejoró notablemente la producción y hacia 1889 el propio Singer construyó la primera máquina de coser eléctrica. 

Singer fue el inventor de las ventas a plazo, para poder vender sus máquinas de coser lo que provocó un enorme desarrollo de la industria tanto doméstico como empresarial.

De la obtención de las fibras (naturales o sintéticas) pasa a la hilatura de estas, de filamentos y hebras a hilos; luego la tejeduría convierte los hilos en telas; la tintorería y acabados provee el teñido y la terminación de la tela mediante procesos físicos o químicos; de ahí la confección que hace de las telas: ropa, blancos, cojines, mantelería, accesorios, la lista es tan vasta como la imaginación y la creatividad del hombre lo permite de modo que las aplicaciones del trabajo con los textiles son tan diversas como las culturas que las producen. 

Visítanos en cualesquiera de nuestros showrooms y dale la vuelta al mundo a través de nuestra colección de textiles eco-friendly y ecléctica que va desde tapetes de lana virgen hasta candiles de fibras vegetales como la Sansevieria, todos confeccionados por manos maestras empleando técnicas ancentrales en aplicaciones contemporáneas dando como resultado piezas de alto valor artístico.

Por Cecilio Garza

Fotos cortesía de NAMUH